Sí, sí… ¡panellitos! ¡Aquella delicia que te transporta directamente a la Castañada, al horno encendido, al boniato calentito ya ese olor dulce que llama OTOÑO! Pero aquí te los traemos con una versión más ligera, sin azúcar añadido y con ingredientes reales.
Ideal para sorprender a la familia, para llevar al trabajo y hacer ver que eres un crack de la cocina… o sencillamente para mimarte un domingo cualquiera.
Ingredientes que seguro tienes (o casi):
- 250 g de almendra molida
- 125 g de boniato cocido y aplastado (sí, aquel que te sobró de la comida…)
- 4 dátiles Medjool (ponlos en remojo si vienen duros como piedras)
- 1 huevo (separa clara y yema, no cuesta tanto, ¡va!)
- 75 g de piñones (o lo que puedas permitirte, que no son baratos)
Paso a paso sin estrés:
- Pasta mágica:
Triturar los dátiles como si no hubiera un mañana hasta que queden como una mermelada espesa. Añádelos al boniato y almendra. Mezclar todo bien (con las manos si es necesario, que aquí venimos a jugar). Si queda demasiado espeso, unas gotas de agua y listo. - Haz bolas:
Del tamaño de una nuez pequeña. Si salen redondas, perfecto. Si no, son «panellitos artesanales con personalidad». - Decora con piñones:
Pinta las bolitas con clara de huevo, pega los piñones con paciencia (como quien juega en el tetris), y acaba con una pincelada de la yema para darles ese dorado tan Instagrammable. - Al horno:
180 °C, 8 o 9 minutos. Atención: no te pases o los panellets quedarán más duros que una clase de crossfit. - Enfría y disfruta:
Déjalos enfriar y después cómete uno… o dos. Te lo mereces. Y si tienes criaturas por casa, deja que te ayuden (spoiler: acabaréis todos llenos de piñones, pero valdrá la pena).
Con sabor a otoño, pero sin remordimientos
Estos panellets son la prueba de que comer bien no significa comer aburrido. Una receta sencilla, natural y llena de sabor por cuidarte desde dentro… y por compartir buenos momentos.
¡Buen provecho, tribu saludable!

